Forzar a los niños a practicar la religión no es la mejor manera
ADELA MENDO FLORES
Existen padres que se preocupan en
gran manera cuando sus hijos adolescentes o jóvenes toman una postura
negativa hacia Dios, sus vástagos decidieron
rechazar todo lo que puede representar Dios porque ganaron apenas como un poco
de autonomía, la libertad y la razón, todos los valores religiosos recibidos en
nuestro país y en el seno familiar se ponen en juego, una prueba de fuego que
el más fuerte que tenga sus raíces en la FE triunfará. Cuando esta
situación ocurre en las familias, algunos padres pueden reaccionar
forzando coercitivamente con sus hijos forzando o exigiéndoles para
ir a Misa o participar en diversas actividades
religiosas. Otros padres optarán por dejar que
los niños salgan y vuelvan a reunirse con Dios por su
propia cuenta. Consciente de que esto no es una tarea fácil, es importante
actuar de manera adecuada para evitar esta comprobación desviación creciente
debido a que muchas veces las reacciones de los padres van a crear
aún más la distancia en los niños. Antes de explicar lo que hay que
hacer cuando se produce este problema, se analizan los factores determinantes:
Pasos en la FE:
La Fe también tiene un ciclo natural en la
vida del ser humano.
Podríamos describirlo así:
Nuestra experiencia religiosa pasa por
cuatro etapas:
·
La
fe de la primera comunión,
·
Un
segundo, vivimos en la adolescencia, lleno de incertidumbres, altas y bajas,
·
La
tercera es donde la fe parece evaporarse y morir en la edad adulta,
·
Una
cuarta: la fe recuperada,
Cuando ayudamos a los niños en su
religiosidad tendremos en cuenta que la rebelión sin fundamentos o las ganas o
antojo al rechazo es lo que vamos a encontrar como característica de la
adolescencia en esta etapa de la vida, los seres humanos pasan por una
fase de inconformismo y quieren cambiar sustatus quo. A menudo ni siquiera
saben contra lo que se están revelando, pero esta búsqueda de identidad es su
enfoque, es lo que les lleva a desestabilizar a todo a su alrededor, incluyendo
a sus padres. Allí ponen su energía y exactamente donde NO SE REBELAN
ANTE DIOS, pero sí con sus padres, que se convierten para ellos una
amenaza constante. La comprensión es
la herramienta más al alcance y debemos usarla con sutil tacto en este
contexto, nos damos cuenta de que la raíz del problema es la búsqueda de la
identidad, y no necesariamente un rechazo de Dios. Las malas
influencias de una persona cercana a nuestro hijo pueden estar
cuestionando su fe. No olvidemos que durante la adolescencia, los amigos
son las personas más influyentes en la vida de nuestros hijos. Y una
mala amistad puede causar mucho daño. Al ver a su hijo impugnar la religión,
se recomienda empezar a preguntar por sus amigos, invitándolos a la casa y
tratando de tener contacto con sus familiares. Confirmando que este es el problema,
lo mejor es no prohibirle tal amistad, pero el uso de otras tácticas más sutiles,
pueden ser ir distanciando a tu hijo de
personas incómodas.
Control extremo
-Tus hijos ya no son niños y esto debe
quedar claro. Crecieron, se puede razonar, tomar decisiones, a pesar de
que son inmaduros. Cuando ejercemos un control excesivo sobre ellos,
pueden estar en contra de nosotros.
-A esta edad, ya se da por sentado que los
hemos educado en valores y esto debe darnos seguridad y confianza en lo que
hemos ido formando que educación les hemos dado. Por lo tanto, no es
aconsejable para obligarlos a nada ni a imponer la religión, porque
seguramente acabará por rechazarla.
-Seamos atracciones y de esta forma entonces
será fácil acompañarlos, nunca los dejemos solos. Es necesario que los
acompañemos en el proceso.
- Nada de censuras y amonestaciones. A
pesar de que están equivocados, no es bueno hacer comentarios que lo hagan
sentir mal. El tema de Dios no puede convertirse en una
pesadilla; diálogo positivo balsámico y le dará mejores resultados.
-Ejemplo y coherencia. Nada educa más que
el ejemplo.
-Tenemos que ser coherentes con la Palabra
de Dios y hacer que nuestras acciones sean consistentes con lo que
profesamos. Si nuestros hijos nos ven tratar a la gente así, ser
honesto, respetuoso, responsable, paciente, caritativa, cariñosa, van a recoger
el mensaje y, finalmente, la aceptación de los beneficios de tener a
Dios en mi vida.
- Habla con ellos de manera positiva
de Dios, como un amigo, no como un castigo. Tenemos que darles las
enseñanzas de Dios de una manera positiva, porque el Señor nos ama a
todos y perdona nuestros defectos y errores. Puedemos presentar a Jesús
como su amigo, su compañero, su protector.
- Orar por nuestros hijos. Esta
es la mejor cosa que podemos hacer, poniéndolos en manos de María, para volver
a acercarse al Señor.
ADELA MENDO FLORES
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