Érase una ciudad pensada por y para los niños… Así es el proyecto de Francesco Tonucci
Coches, motos, trenes y autobuses se han convertido en los principales protagonistas de muchas ciudades alrededor del mundo. Urbes preparadas para cubrir las necesidades de los adultos, que se desplazan cada día de sus casas a sus lugares de trabajo. En estas redes optimizadas para los trabajadores, ¿qué espacio les queda para los niños?
El proyecto La ciudad de los niños apuesta por dotar a las ciudades de espacios públicos en los que los más pequeños puedan jugar y formarse con libertad. Para lograrlo, se empieza por preguntar sus necesidades a los que mejor las conocen: los propios niños.
La primera Cittá dei bambini
Detrás del proyecto La ciudad de los niños está Francesco Tonucci, un psicopedagogo, pensador y dibujante italiano que ha centrado gran parte de su carrera en estudiar la importancia que tiene el entorno en la educación.
Fue precisamente en su ciudad natal, Fano (una localidad de la costa adriática italiana, situada en la región de Marcas), en donde nació la idea del proyecto. Corría el año 1991 y el Ayuntamiento de Fano organizó una semana dedicada a la infancia que tuvo como nombre La cittá dei bambini (La ciudad de los niños). Se llevaron a cabo todo tipo de actividades, conferencias y exposiciones con los más pequeños como protagonistas. El último día, domingo, se cerró la ciudad al tráfico para que pudiesen jugar.
Uno de los puntos más interesantes de la iniciativa fue un pleno municipal extraordinario en el que centenares de niños presentaron sus propuestas e ideas para mejorar la ciudad. La experiencia fue tan provechosa que decidieron repetirla cada año, con Francesco Tonucci al cargo. El psicopedagogo aceptó, pero con una condición: no se trataría de un evento puntual, sino una iniciativa continuada a través de la que los menores podrían participar de forma activa en el gobierno de la ciudad.
Hoy el movimiento cuenta con una red Internacional formada por unas 200 ciudades en diferentes países como Italia, España, Argentina, Uruguay, Colombia, México, Perú, Chile y Líbano. En todas ellas los niños colaboran con la alcaldía a la hora de desarrollar ideas que mejoren el entorno urbano y consigan ciudades más seguras y amigables.
Los problemas de la ciudad
En 1989, dos años antes de que el Ayuntamiento de Fano celebrase su Cittá dei bambini, la Asamblea de las Naciones Unidas proclamaba en Nueva York la Convención Internacional de los Derechos del Niño. “A partir de ese momento las niñas y los niños no son ya futuros ciudadanos, adultos en formación, sino ciudadanos y, por consiguiente, titulares de derechos”, señala el italiano en su libro ‘La ciudad de los niños’, que resume los principios fundamentales de su filosofía.
Uno de los derechos fundamentales de los más pequeños es el derecho a jugar, algo fundamental para desarrollar sus capaces cognitivas, físicas y sociales. Para poder hacerlo con libertad, los pequeños necesitan vivir en un entorno seguro y cómodo, en donde puedan desplazarse solos y vivir experiencias por sí mismos. Algo que se aleja mucho de la realidad de muchas localidades en la actualidad.
Francesco Tonucci las considera espacios peligrosos, que han perdido su objetivo inicial: ser un lugar de encuentro e intercambio social. El automóvil se ha convertido en el principal protagonista: ocupa los espacios públicos, contamina y es el causante de numerosos accidentes y muertes por atropellos. En ellas, los niños pierden su posibilidad de desplazarse solos, lo que limita su desarrollo.
Soluciones que proponen los niños
La filosofía que hay detrás del movimiento apuesta por adoptar un punto de vista diferente. En primer lugar, pensar y organizar la ciudad desde la perspectiva del niño. En las que forman parte de la red, el ayuntamiento (más en concreto los alcaldes) dan voz a los más pequeños para que opinen y se expresen, señalando las necesidades que detectan en el entorno en el que viven.
Como consecuencia, los gobernantes cuentan con puntos de vista más creativos, a menudo muy convenientes a la hora de organizar las ciudades. Al mismo tiempo, se sitúa a los menores como personas competentes, capaces de analizar y comunicar sus necesidades. Darles la oportunidad de participar en decisiones políticas influye positivamente en su educación.
Las ciudades en las que se tiene en cuenta la opinión de los niños presentan más espacios públicos de encuentro y juego, zonas peatonales y puntos verdes. Algo que no solo favorece a los más pequeños: es también una mejora para los mayores y las personas con discapacidad.
El caso de Pontevedra
En los últimos años, la ciudad de Pontevedra ha recibido elogios a nivel nacional e internacional por su planificación urbana. Uno de sus éxitos ha sido eliminar, casi en su totalidad, la presencia de los coches en el centro: el 70% de los desplazamientos se hacen a pie o en bicicleta y en la década pasada los siniestros graves por atropellos se redujeron un 90%.
“Es una de las ciudades que más cito, porque se corresponde con lo que yo estoy esperando”, señala Francesco Tonucci en una entrevista. Y es que la peatonalización es uno de los puntos más importantes para el italiano. “Tenemos que dar la vuelta a la jerarquía: primero los peatones, segundo las bicicletas, tercero los medios públicos y, finalizando, los coches”, señala.
Si hay niños, hay seguridad
Para Francesco Tonucci, es muy importante que los niños puedan ir andando solos al colegio, una actividad que realizan todos los días y que favorece su autonomía. En Pontevedra, por ejemplo, cuentan con los Camiños Escolares, vías que los niños siguen cada mañana para llegar a los colegios. Las zonas más conflictivas (como cruces o pasos de cebra) son vigiladas por voluntarios. Una iniciativa que se está extendiendo a otros municipios de la diputación y que encaja a la perfección con los ideales de La Ciudad de los Niños.
“La presencia de los niños en los espacios públicos aumenta la seguridad porque produce un efecto virtuoso: si hay niños que se mueven solos, nos obliga a los adultos a hacernos cargo”, explica Francesco Tonucci. “Promueve que se genere una actitud de vecinos, un ambiente en el que hay atención, cuidado y control. Si hay niños, hay seguridad”, añade.
Pontevedra forma parte de la red de La ciudad de los niños, al igual que otras 34 localidades españolas (Huesca, Carbajosa de la Sagrada, Corralejo, Alcalá la Real…). En ellas, indica Francesco Tonucci, no solo salen favorecidos los niños, sino que ganan todos. Al fin y al cabo, no solo los más pequeños disfrutan de pasear por una ciudad segura, limpia y libre de vehículos.