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martes, 25 de febrero de 2014

¿Qué hacer cuando los hijos se alejan de Dios?

Forzar a los niños a practicar la religión no es la mejor manera






Existen padres que se preocupan en gran manera cuando sus hijos adolescentes o jóvenes toman una postura negativa hacia Dios, sus vástagos  decidieron rechazar todo lo que puede representar Dios porque ganaron apenas como un poco de autonomía, la libertad y la razón, todos los valores religiosos recibidos en nuestro país y en el seno familiar se ponen en juego, una prueba de fuego que el más fuerte que tenga sus raíces en la FE triunfará. Cuando esta situación ocurre en las familias, algunos padres pueden reaccionar forzando coercitivamente con sus hijos  forzando o exigiéndoles para ir a Misa o participar en diversas actividades religiosas. Otros padres optarán por dejar que los niños salgan y vuelvan a reunirse con Dios por su propia cuenta. Consciente de que esto no es una tarea fácil, es importante actuar de manera adecuada para evitar esta comprobación desviación creciente debido a que muchas veces las reacciones de los padres van a crear aún más la distancia en los niños. Antes de explicar lo que hay que hacer cuando se produce este problema, se analizan los factores determinantes:
Pasos en la FE:
La Fe también tiene un ciclo natural en la vida del ser humano.
Podríamos describirlo así:
Nuestra experiencia religiosa pasa por cuatro etapas:
·         La fe de la primera comunión,
·         Un segundo, vivimos en la adolescencia, lleno de incertidumbres, altas y bajas,
·         La tercera es donde la fe parece evaporarse y morir en la edad adulta,
·         Una cuarta: la fe recuperada,
Cuando ayudamos a los niños en su religiosidad  tendremos en cuenta que  la rebelión sin fundamentos o las ganas o antojo al rechazo es lo que vamos a encontrar como característica de la adolescencia en esta etapa de la vida, los seres humanos pasan por una fase de inconformismo y quieren cambiar sustatus quo. A menudo ni siquiera saben contra lo que se están revelando, pero esta búsqueda de identidad es su enfoque, es lo que les lleva a desestabilizar a todo a su alrededor, incluyendo a sus padres. Allí ponen su energía y exactamente donde NO SE REBELAN ANTE DIOS, pero sí con sus padres, que se convierten para ellos una amenaza constante. La comprensión  es la herramienta más al alcance y debemos usarla con sutil tacto en este contexto, nos damos cuenta de que la raíz del problema es la búsqueda de la identidad, y no necesariamente un rechazo de Dios. Las malas influencias de una persona cercana a nuestro hijo pueden estar cuestionando su fe. No olvidemos que durante la adolescencia, los amigos son las personas más influyentes en la vida de nuestros hijos. Y una mala amistad puede causar mucho daño. Al ver a su hijo impugnar la religión, se recomienda empezar a preguntar por sus amigos, invitándolos a la casa y tratando de tener contacto con sus familiares. Confirmando que este es el problema, lo mejor es no prohibirle tal amistad, pero el uso de otras tácticas más sutiles, pueden ser ir distanciando a tu  hijo de personas incómodas.
 Control  extremo 
-Tus hijos ya no son niños y esto debe quedar claro. Crecieron, se puede razonar, tomar decisiones, a pesar de que son inmaduros. Cuando ejercemos un control excesivo sobre ellos, pueden estar en contra de nosotros. 
-A esta edad, ya se da por sentado que los hemos educado en valores y esto debe darnos seguridad y confianza en lo que hemos ido formando que educación les hemos dado. Por lo tanto, no es aconsejable para obligarlos a nada ni a imponer la religión, porque seguramente acabará por rechazarla. 
-Seamos atracciones y de esta forma entonces será fácil acompañarlos, nunca los dejemos solos. Es necesario que los acompañemos en el proceso. 
- Nada de censuras y amonestaciones. A pesar de que están equivocados, no es bueno hacer comentarios que lo hagan sentir mal. El tema de Dios no puede convertirse en una pesadilla; diálogo positivo balsámico y le dará mejores resultados. 
-Ejemplo y coherencia. Nada educa más que el ejemplo. 
-Tenemos que ser coherentes con la Palabra de Dios y hacer que nuestras acciones sean consistentes con lo que profesamos. Si nuestros hijos nos ven tratar a la gente así, ser honesto, respetuoso, responsable, paciente, caritativa, cariñosa, van a recoger el mensaje y, finalmente, la aceptación de los beneficios de tener a Dios en mi vida. 
- Habla con ellos de manera positiva de Dios, como un amigo, no como un castigo. Tenemos que darles las enseñanzas de Dios de una manera positiva, porque el Señor nos ama a todos y perdona nuestros defectos y errores. Puedemos presentar a Jesús como su amigo, su compañero, su protector. 

- Orar por nuestros hijos. Esta es la mejor cosa que podemos hacer, poniéndolos en manos de María, para volver a acercarse al Señor.

ADELA MENDO FLORES






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